jueves, 15 de septiembre de 2016

arquitectura un lugar para sentir

 “Si caminando por el bosque, en un claro, encontramos un montón de piedras o de tierra en forma piramidal, que no tenga más de dos metros de largo por un metro de ancho, entonces nos detendremos con seriedad y sentiremos que desde nuestro interior una voz nos dirá: aquí hay una persona enterrada. Esto es arquitectura”. (Adolf Loos – Arquitectura – 1910).
Adolf Loos en 1910 hacía mención a una  arquitectura de sensaciones y sentimientos, proponiendo que la arquitectura – pequeña o grande, doméstica o monumental – solo se produce cuando entra en juego la emoción; cuando el arquitecto es capaz de hacer resonar la cultura y sus valores en su obra.
En este artículo destaca a Daniel Libeskind, arquitecto que propone que los edificios no solo deben ser prácticos sino también estimulantes. Defiende una arquitectura emocional y que evoque sentimientos.

 Ausencia, luz, vacío y silencio son los conceptos bajo los que se basa para generar sensaciones.
Con el fin de honrar la memoria de la historia de los judíos en Berlín sale en 1989 a concurso el diseño del Museo Judío de Berlín. La propuesta ganadora vendrá de la mano de Daniel Libeskind.
Desde su forma exterior (planta con forma de rayo y fachadas con líneas quebradas) hasta el recorrido interior hacen de la visita al museo una experiencia única: esta arquitectura conmueve, inquieta y emociona, llegando incluso a hacer reflexionar a quien recorre estos espacios. Es la propia arquitectura la que cuenta la historia del Holocausto.

Son el Jardín del Exilio, la Torre del Holocausto y el Vacío de la Memoria los espacios que más impactan al visitante: una habitación oscura iluminada únicamente por un hueco en la parte superior; 49 columnas de hormigón inclinadas; y un espacio en el que los visitantes andan sobre planchas de acero representando rostros de pánico.





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