“Si caminando por el
bosque, en un claro, encontramos un montón de piedras o de tierra en forma
piramidal, que no tenga más de dos metros de largo por un metro de ancho,
entonces nos detendremos con seriedad y sentiremos que desde nuestro interior
una voz nos dirá: aquí hay una persona enterrada. Esto es arquitectura”. (Adolf
Loos – Arquitectura – 1910).
Adolf Loos en 1910 hacía mención a una arquitectura de sensaciones y sentimientos,
proponiendo que la arquitectura – pequeña o grande, doméstica o monumental –
solo se produce cuando entra en juego la emoción; cuando el arquitecto es capaz
de hacer resonar la cultura y sus valores en su obra.
En este artículo destaca a Daniel Libeskind, arquitecto que
propone que los edificios no solo deben ser prácticos sino también
estimulantes. Defiende una arquitectura emocional y que evoque sentimientos.
Ausencia, luz, vacío
y silencio son los conceptos bajo los que se basa para generar sensaciones.
Con el fin de honrar la memoria de la historia de los judíos
en Berlín sale en 1989 a concurso el diseño del Museo Judío de Berlín. La
propuesta ganadora vendrá de la mano de Daniel Libeskind.
Desde su forma exterior (planta con forma de rayo y fachadas
con líneas quebradas) hasta el recorrido interior hacen de la visita al museo
una experiencia única: esta arquitectura conmueve, inquieta y emociona,
llegando incluso a hacer reflexionar a quien recorre estos espacios. Es la
propia arquitectura la que cuenta la historia del Holocausto.
Son el Jardín del Exilio, la Torre del Holocausto y el Vacío
de la Memoria los espacios que más impactan al visitante: una habitación oscura
iluminada únicamente por un hueco en la parte superior; 49 columnas de hormigón
inclinadas; y un espacio en el que los visitantes andan sobre planchas de acero
representando rostros de pánico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario